Estudios médicos han detectado que muchos pacientes que han sido sometidos a trasplantes terminan desarrollando tumores cutáneos.
El riesgo de cáncer entre los pacientes que se han sometido a un trasplante es entre dos y cuatro veces superior a la población general.La principal causa se encuentra en el tipo de medicina inmunosupresora para prevenir el rechazo que favorece la ‘labor’ de ciertos virus capaces de causar cáncer. Mientras el de piel es el más habitual, los médicos aseguran que es evitable con una buena vigilancia para detectarlos a tiempo.
El riesgo de desarrollar un tumor aumenta con el paso del tiempo desde la intervención, se cifra en un 4% en el primer año hasta casi el 50% dos décadas. La buena noticia, aunque parezca sorprendente, es que en un alto porcentaje se tratan de cáncer de piel, por lo que son pronósticos favorables y tratables.
Al margen de la inmunodeficiencia que favorece la aparición de tumores, ciertos hábitos de vida y condiciones personales también pueden favorecer el diagnóstico oncológico. Por ejemplo, en trasplantados de corazón, el de pulmón es el tumor más habitual años después de la cirugía; en la mayoría de los casos por antecedentes de tabaquismo.
«Tener antecedentes personales o familiares de cáncer, el tabaquismo o una infección crónica son algunos de los factores de riesgo que aumentan las probabilidades de sufrir cáncer después de un trasplante», añadía en rueda de prensa Valentín Cuervas-Mons, jefe de la Unidad de Trasplante Hepático del Hospital Puerta de Hierro de Madrid.
A pesar de que en trasplantados de corazón el cáncer es la tercera causa de muerte, los especialistas reconocen que una estrecha vigilancia, y el uso de ciertos inmunosupresores de segunda línea están ayudando a normalizar cada vez más este panorama.