El primer mes del año mucha gente decide subirse al carro de hacer ejercicio y los gimnasios se llenan con buenos propósitos y mucha energía, sin embargo, no siempre se empieza a practicar deporte de una manera regular y bajo la supervisión necesaria.
El corazón del deportista
Todos conocemos lo beneficios del deporte y por ende para nuestra salud cardiovascular. De hecho un estudio realizado entre los ciclistas franceses participantes en el Tour de France desde 1947 hasta 2012 concluyeron que deportistas, en comparación con la población masculina general, presentaban una mortalidad sustancial y significativamente menor.
Entre los beneficios de la actividad física destaca el aumento de sangre que el corazón es capaz de bombear, la disminución de la frecuencia cardíaca, así como un aumento de las cavidades cardiacas y el grosor de sus paredes. De estos beneficios destaca la reducción de la frecuencia cardíaca incluso en reposo, donde en cada latido se expulsa más sangre y por lo tanto necesidad latir en menos ocasiones-
Entrenamiento adaptados y regulados
Sin embargo, no solo debemos aprender a planificar los entrenamientos adaptados a nuestras capacidades, sino que también tenemos que familiarizarnos con las señales que emite nuestro organismo y que nos alertan del riesgo de tener un problema cardíaco.
En caso de que suframos alguno de estos síntomas deberíamos acudir a la consulta de un doctor/a para descartar posibles anomalías:
· Dolor en el pecho mientras se hace algún esfuerzo
· Pérdida de conocimiento o sensación de mareos
· Una fatiga respiratoria anormal
· Ritmo cardíaco anormal
Lo recomendable es comenzar a hacer ejercicio por debajo del umbral del sobre esfuerzo, así como la importancia de una hidratación suficiente, correcta y adecuada. Otro aspecto es evitar hace entrenamientos muy duros los días con mucho calor o humedad, pues estos factores alteran nuestro organismo y el riesgo es mayor.